martes, 16 de marzo de 2021

"AMOR en mayúsculas"

"Amad a vuestros enemigos"… Ama al malvado y se acabará el mal porque si me enfrento (poner de frente) a aquello que no tolero, generaré más separación y alimentaré la dualidad.
 
El amor en su más alta expresión es la aceptación de todo lo que existe.
Valorar la naturaleza de las cosas (experiencias, personas...) simplemente por que sí, por lo que son y no por lo que nos pueden dar.
Nos resulta sencillo amar a aquello que nos produce sensaciones agradables pero nos resulta muy difícil amar aquello que nos daña. Amamos al amor pero no al dolor.
 
En el primer paso hacia la aceptación del sufrimiento lo que hacemos es buscar su parte positiva, ver lo que nos aporta pasar por tal situación, aunque en realidad lo que estamos haciendo es buscar una compensación, “Valoro mi dolor porque gracias a él aprendí tal cosa”. Y aquí hay condicionalidad. Para lo agradable nunca buscamos compensaciones, lo aceptamos y punto.
Desde la visión de un amor más completo deberíamos de valorar las dos cosas por igual. Aceptar las dos cosas por igual y amar las dos cosas al mismo nivel.
 
Nuestra mente occidental suele establecer el mundo entre “buenos y malos” deseamos que a los buenos les vaya bien y que los malos paguen por sus acciones. Nuestra cultura muestra esta realidad de múltiples formas, por ejemplo a través de los cuentos o del cine donde para los buenos deseamos un final feliz, donde el héroe triunfa y siempre tiene éxito. Nos parece injusto que a un ser bondadoso la vida pueda darle palos y entonces tendemos a dos posiciones, o bien no hay justicia o bien el bueno no lo era tanto.
La justicia sólo existe en nuestra mente humana, a causa precisamente de su idea de separación. Una gacela no siente injusticia ante el león que la devora. Como decía William Blake “ El gusano perdona al arado que lo corta”. Aceptar la vida implica aceptar la muerte y aceptar el goce implica aceptar el dolor.
 
Para vivir en el Amor hay que aceptar a ambos.
 
 
 



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